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DESCRIPCIÓN DE LA RUTA

En la misma curva de la carretera, un panel informativo marca el inicio de la ruta. En este primer tramo, el camino discurre por el cauce del arroyo, bajo el viaducto de la autovía A-7, hasta llegar a una pequeña explanada donde desemboca el Arroyo de Puerto Viejo. En esta zona podemos observar algunos depósitos aluviales, principalmente en la ladera situada al Norte.

Tomamos el camino que parte del mismo cauce y asciende por la ladera situada al Sur, atravesando una densa masa de pino carrasco. Al llegar a la cota aproximada de 330 metros encontramos el cruce con la Ruta 4. A partir de aquí, el camino se hace menos pendiente a la vez que toma rumbo Noroeste, hasta cruzarse con el cauce del Regajo del Quejigal.

A lo largo de este tramo, bien en el mismo camino o próximo a él, encontramos varias pequeñas casetas que se utilizaban como depósitos para la antigua conducción de agua que descendía desde la sierra. Actualmente apenas se usan, pero sirven de abrevadero para los animales que acuden a ellas.

Dejamos atrás, a la izquierda, un escarpe rocoso, enfrente del cual se desarrolla un pinar donde se entremezclan pino carrasco y piñonero, que desciende hasta el cauce del arroyo, a la vez que delimita, durante un corto tramo, el propio camino.

A medida que avanzamos, se va abriendo ante nuestros ojos una amplia panorámica de la sierra, destacando, al Oeste, el Tajo del Quejigal y los Tajos de la Sabia. Llama la atención la disposición que adoptaban las masas de pinos existentes en la ladera de enfrente, al otro lado del arroyo, así como los escarpes rocosos que se sitúan por debajo de ellas, y que permiten observar la inclinación (Sur) y la orientación (Este-Oeste) de los estratos calizos, en esta zona de la sierra. En esta ladera, que se encuentra más expuesta a los rigores climatológicos, la vegetación es menos abundante, en comparación con la ladera en la que nos situamos. Además de los pinos mencionados, destaca un romeral que se vuelve más espeso en las zonas altas.

En torno a los 425 m de altitud, el camino, que viene descendiendo a lo largo de los últimos metros, cruza el cauce del Regajo del Quejigal. La vegetación se vuelve especialmente densa debido a las condiciones ambientales reinantes en los cauces, destacando, aguas arriba, una espesa masa de adelfas, bajo cuyas ramas se crea un microclima sombrío y fresco. La existencia de junco churrero y pinchuita denota la presencia de un suelo húmedo. Entre las adelfas, sobresalen ejemplares de cornicabra y algunos algarrobos que se sitúan por encima de ellas. Hacia el exterior del cauce, un denso zarzal salpicado de jérguenes marca el límite de esta comunidad vegetal ligada a él. Ya en la ladera, un denso romeral salpicado de pinos y enebros cubre casi por completo toda la superficie.

A partir de este punto, el camino asciende bruscamente en dirección Norte, en busca de la cañada contigua. En su primer tramo, dejamos a la derecha una zona estancial y atravesamos una pequeña masa de pinos. Al llegar a la misma altura que la base del Tajo del Quejigal, el camino se hace menos pendiente a la vez que discurre por un romeral, donde sobresale la presencia de ejemplares aislados de mirto.

A medida que nos acercamos al cauce del arroyo, la textura del camino cambia, volviéndose más arenosa. Hasta este momento, hemos recorrido los mármoles calizos y ahora nos adentramos en la zona formada por mármoles dolomíticos, hasta el final del recorrido.

En el cauce, destaca la masa de pinos situada en la ladera norte, a lo largo de la cabecera del arroyo, así como la panorámica del último tramo de la ruta. 

Después de superar esta ultima ascensión, nos encontramos en el cruce con la Ruta 6. Hacia el Oeste, el camino nos conduce hacia el Castillejo; y hacia el Este, podemos llegar a Puerto Viejo y enlazar con las Rutas 1 y 2.

GALERÍA DE IMÁGENES